jueves, 27 de agosto de 2009

Ana Belen - Luna de plata

LAS FASES DE LA LUNA de Magda Gonzalez

A

Una luz ilumina a Silvia.

Voz.- Nombre: Silvia Estrada. Sexo: Femenino. Edad: 32 años

Silvia-. Aunque preferiría decir 35, da más respeto.

Voz.- Estado civil: Casada.

Silvia.- No, no; ahora soy viuda.

Voz.- Viuda. Cuatro hijos. Signo: Tauro.

Silvia.- Con ascendente en géminis.

Voz.- Color favorito: verde.



B

Una luz ilumina a Lorena.

Voz.- Nombre: Lorena Castillo. Sexo: Femenino. Edad: 31 años.

Lorena.- (Molesta) Por qué tenía que decir mi edad en público, en eso no quedamos.

Voz.- Son requisitos.

Lorena.- Por lo menos diga 29, suena más juvenil.

Voz.- Estado civil: Divorciada.

Lorena.- Sí, por fin lo logre.

Voz.- Dos hijos.

Lorena.- El niño de 11 y la niña de 8, que quede claro, para que la araña de mi exmarido recuerde que tiene que darme la pensión.

Voz.- Señora, aquí no es el juzgado de lo familiar, sólo la estoy presentando.

Lorena.- Discúlpeme.

Voz.- Signo: Aries.

Lorena.- Dice mi marido que por eso fue el divorcio, porque nuestros signos son incompatibles y...

Voz.- Color favorito: Rojo.

Lorena.- Sobre todo en sábanas de seda.



C

VOZ.- Nombre: Aurora Martínez.

Aurora.- (Cohibida) Señor, señor; tiene que decir el apellido de mi madre porque luego ella puede pensar que la estoy negando.

VOZ.- Nombre: Aurora Martínez Rodríguez.

Aurora.- Gracias.

Voz.- Sexo: Femenino. Edad: 30 años. Estado civil: Soltera. Sin hijos. Signo: Cancer. Color favorito:... señorita, olvidó anotar este dato.

Aurora.- Es que no pude decidirme entre el azul, el amarillo o el blanco, todos me gustan. Aunque toda mi vida he usado el beige. Mi madre dice que me va muy bien. (Confidencial) La verdad odio ese color.

Voz.- ¿Color favorito?

Aurora.- Beige.



En casa de Silvia.

Silvia sentada en una actitud de relajación. Lleva sobre sus párpados unas bolsitas de té helado. Entran Aurora y Lorena.

Aurora.- Mírala, pobrecita, esta en los estertores del dolor.

Lorena.- ¿Será bueno despertarla? A de estar desecha con la noticia.

Aurora.- Mejor vamonos.

Silvia.- ¿a dónde van?

Lorena.- Esta despierta.

Silvia.- (Muy tranquila, quitándose las bolsitas de té de los ojos.) Sí, todavía estoy viva, ya lo comprobaron.

Aurora.- Nos enteramos de lo que paso con Raúl y pensamos que sería conveniente venir.

Lorena.- Ya vimos que estas bien y...

Silvia.- Sí, estoy bien.

Aurora.- (Sorprendida) ¿Y tan tranquila?

Lorena.- Queríamos decirte que lo sentimos mucho y...

Silvia.- Pues yo no.

Aurora.- ¿Por qué nunca nos dijiste nada, Silvia?

Lorena.- Cómo nos lo iba a decir, si de seguro ni sabía.

Silvia.- Claro que lo sabía.

Aurora.- Entonces ¿Es verdad lo que dicen los noticieros?

Silvia.- Sí, estaba Raúl con otra mujer en un hotel, lo sorprendió su secretaria y lo mató.

Lorena.- ¿Por qué nunca nos contaste que ese cabrón te engañaba?

Silvia.- ¿Y por qué tenía que contárselos?

Aurora.- Somos amigas.

Silvia.- No, de seguro iban a compadecerme o en el mejor de los casos a reírse de mí.

Lorena.- La verdad, Silvia, ya lo sabíamos.

Aurora.- Nunca te lo quisimos decir porque te veíamos tan contenta con tu marido.

Silvia.- Pues todo era mentira.

Aurora.- ¿Y tus hijos?

Silvia.- Los lleve a casa de mi suegra. Mi cuñada llevo un sacerdote para que acompañara a su mamá, creí conveniente que los niños estuvieran allá. Yo me pase casi toda la noche haciendo el trámite para sacar a Raúl de la morgue.

Lorena.- ¿Y los niños se enteraron como murió su padre?

Silvia.- No, les dije que fue un accidente. Sólo por mis hijos aguante todas las infidelidades de Raúl, esta última es lo de menos; además ellos adoraban a su padre.

Lorena.- (Despectiva) ¡Valiente padre! Los hombres creen que por traer eso colgando pueden andar de mujer en mujer.

Silvia.- (Llora desconsolada) Ese estúpido me humilló hasta en el día de su muerte. Lo mató su secretaria cuando yo misma debí jalar el gatillo; la desgraciada me robo hasta ese placer. Y saben lo que es peor, él estaba con mi maestra de meditación, ¡Esa bruja! Todos los días yo misma le abría la puerta de mi casa. Sí, mucha fraternidad, comunicación con la naturaleza. (Llora más fuerte) ¡Era una puta!

Aurora.- Llorar te hará bien.

Silvia.- Fue muy humillante cuando tuve que declararle todas las infidelidades de mi marido a la policía. El agente del ministerio público se sonreía burlón; mi licenciado decía que eran imaginaciones mías, pero no, yo veía la sonrisa de todos los que estaban ahí, de seguro estarían pensando: “miren a la viuda cornuda”.

Lorena.- Yo lo hubiera dejado en la morgue pudriéndose.

Aurora.- Ya dejen al pobre muerto. Por lo menos, Silvia, ya sabes que no te engañara más.

Silvia.- ¡Basta de lloriqueos! Tengo que ir por los niños para ir al funeral.

Lorena.- Yo lo dejaría solo.

Aurora.- Era el padre de sus hijos.

Silvia.- Pero ya me jure a mi misma que ni una mirada le daré a su estúpido rostro. Si hubieran visto la sonrisa de lujuria que tenía cuando lo reconocí en la morgue, si por lo menos hubiera tenido la vergüenza de poner cara de hombre arrepentido.

Lorena.- Pues ya le quedara mucho tiempo para arrepentirse en el infierno.



Se ilumina el área donde esta Raúl. Silvia se dirige hacia allá. El área donde esta Aurora y Lorena se obscurece.

Raúl.- Arréglame la corbata, ya se me hizo tarde.

Silvia.- Pensé que ibas a ir con los niños al club deportivo, acuérdate que se los prometiste.

Raúl.- Llévalos tu.

Silvia.- Nunca quieres estar con tus hijos y menos conmigo.

Raúl.- Si no trabajo no habrá quien pague la membresía del club.

Silvia.- ¿En domingo?

Raúl.- En domingo. El señor Méndez llega hoy de México, y se va mañana temprano, tengo que plantearle el negocio.

Silvia.- El señor Méndez no vendrá este domingo, sino hasta el martes.

Raúl.- ¿Y tú de donde sacas eso?

Silvia.- Lo leí en tu agenda.

Raúl.- ¿Por qué andas registrándome mis cosas?

Silvia.- Por lo menos quiero tener la satisfacción de que no me estás viendo la cara de idiota.

Raúl.- Prefieres ser una idiota consciente.

Silvia.- ¿Y con quién sales ahora?

Raúl.- Con nadie.

Silvia lo mira incrédula.

Raúl.- ¡Esto es insoportable, Silvia!

Silvia.- Lo mismo digo. Como crees que me siento cuando buscas otras mujeres.

Raúl.- ¿Y nunca te has preguntado por qué?

Silvia.- Claro que sí, por caliente. Porque no te buscas una sola, no, tienes que andar con una y con otra y con otra.

Raúl.- Nuestra relación hace mucho que se acabo. Dime, qué hacías cuando intentaba hacer el amor contigo.

Silvia.- Tú siempre te la llevabas pensando en eso.

Raúl.- ¿Sabes que hacías? Te hacías la dormida.

Silvia.- Estaba muy cansada con el ajetreo de los niños.

Raúl.- Yo quiero mucho a mis hijos... pero también te quería a ti.

Silvia.- ¿Me querías?

Raúl.- Sí, te quería.

Silvia se entristece.

Raúl.- Silvia, lo mejor es que nos divorciemos.

Silvia.- (Exasperada) Que fácil lo arreglas todo. ¿Y mis hijos? ¿Quieres que crezcan sin padre y yo ande por ahí sola?

Raúl.- En primer lugar no voy a dejar a mis hijos, soy su padre.

Silvia.- Pues yo soy su madre, y no voy a dejar que los vuelvas a ver. ¿Quieres que les diga? Su papá ya no vive con ustedes porque los cambio por sus putas.

Raúl.- ¿Serías capaz de decirles eso?

Silvia.- Sí, eso y más.

Raúl.- Todavía eres joven, puedes volverte a casar.

Silvia.- Cuando los hombres saben que una mujer es divorciada ¿sabes lo que piensan?

Raúl.- Nada, si les interesa la mujer buscan una relación formal.

Silvia.- No, buscan un acostón y ya.

Raúl.- Que mente tan simplista tienes.

Silvia.- Ni creas que te voy a dar el divorcio. Prefiero que sigas de mujeriego a que mis hijos crezcan fuera del matrimonio; quiero que aprecien el significado moral de vivir con sus padres.

Raúl.- Eres insoportable.

Silvia.- Ya sabes, no sigas con eso porque son los niños los que pueden sufrir más.

Raúl.- Los niños ¿o tú?

Sale Raúl.

Silvia, al público.

Silvia.- En realidad me daba terror quedarme sola, ¿qué iba a hacer con los niños? Tendría que trabajar. Y yo jamás lo e hecho. Me case muy joven con Raúl, él siempre llevó las responsabilidades económicas. Mi madre antes de morir me dijo que cuidara mi matrimonio, que ser la esposa de alguien es lo único que da seguridad en la sociedad, pero nunca me dijo como hacerlo. Tal vez ella jamás lo supo; mi papá nos dejó cuando yo era muy chica. Yo solamente lo recuerdo por la fotografía de matrimonio que mi madre siempre conservo en la sala de su casa.
Ahora Raúl esta muerto, bien muerto. Yo misma lo vi. Y no es cierto que me dio gusto verlo así. Es verdad que teníamos tiempo durmiendo separados, pero yo nunca lo hubiera querido ver muerto.
A veces, cuando salíamos con los niños me hacía las ilusiones de que éramos una familia normal. Aurora y Lorena nunca supieron como iba mi matrimonio. Me daba vergüenza contárselos, prefería que me admiraran. Yo, la esposa y amante perfecta. No, solamente me engañaba. Todo mundo sabía que Raúl salía con otras mujeres, hasta mis amigas.
Puedo considerar que ellas me aprecian, nunca me comentaron nada. Ahora Raúl esta muerto. (Colérica) Pero por qué esas putas tenían que matarlo. Yo lo quería así, jamás me hubiera atrevido a hacerle daño, era mi marido.
A veces, estando sola en la cama, recordaba cuando hacíamos el amor. Nunca me ha imaginado haciendo el amor con otro hombre. Será porque nunca me he acostado con otro.
El era simpático; guapo, bueno a mi me lo parecía. Era buen padre; si él hubiera querido se hubiera ido de la casa, pero no, prefirió quedarse.
A veces llegue a pensar que me seguía queriendo; que por eso no se fue. Incluso muchas veces desee que él regresara a la recámara, por eso le ponía el seguro a la puerta; sabía que no me hubiera podido negar., Pero no, nunca me hubiera vuelto a acostar con él. No podía soportar imaginar que también les hacía las mismas caricias a las otras.
(Enternecida) Sus hijos, Raulito es igual a él. Lo van a extrañar, todavía están muy pequeños. (Desesperada) Desgraciado, como se atrevió a decirme que ya no quería hacer el amor con él. Claro que quería, pero ya estaba demasiado cansada; llevar a los niños a la escuela, ir al súper, hacer la comida, ir por ellos, ayudarlos a hacer la tarea, cuidar de que no se estuvieran peleando, que se bañen, que cenen, que no vean tanta televisión, llevarlos a sus clases de deportes y de música. ¡Dios Santo! Que energía me iba a quedar para Raúl. Nunca lo comprendió, o tal vez yo no lo comprendí a él. Pero ahora esta muerto. Y yo lo quería.

Se enciende la luz donde están Aurora y Lorena.

Silvia.- (A Aurora y Lorena.) Sí, que se hunda en el infierno.


En casa de Aurora. Ella esta hablando por teléfono.

Aurora.- Sí, mamá, le puse el candado de doble chapa a la puerta... Claro que voy a estar bien... No, no me da miedo vivir sola... Eso, mamá, ya te lo explique muchas veces... Tu te casaste pero yo no... ¿Un perro? ¡Cómo crees que voy a tener a un animal solo todo el día!... Mamá, yo no soy un perro...Claro que te he extrañado y a papá también... Ya sé que sigue enojado conmigo, pero que quieres que haga... No, no voy a regresar a casa... No te pongas a llorar, mamá... Mira, mejor después te hablo... No te estoy cortando... Te prometo que mañana voy a verte... Adiós, mamá, te quiero mucho. (Cuelga el teléfono)

Al público.

Aurora.- Era mi mamá. De veras que es tan difícil dejar a los padres, sobre todo si somos mujeres. Por qué siempre tienen que pensar que si una mujer vive sola es porque va a trabajar de puta. Yo no entiendo a mi madre, ella era la primera que insistía en que tenía que hacer mi vida y cuando le dije que me iba a ir de casa lo primero que pensó fue que me iba con un hombre. Creo que era lo que esperaba después d que cumplí los 25 años y no me casaba. Mi padre cuando se entero sólo dijo que lo quería conocer; pero cuando dije que me iba a vivir sola se armo el barullo; mi padre dio un portazo y mi madre se soltó llorando. Por poco lograban que me arrepintiera, pero la verdad ya estaba harta de que siempre quisieran supervisar mi vida. Las pocas veces que se me ocurrió llevar a algún amigo a mi casa, mi madre ya estaba lista con el cuestionario a ver si pasaba la prueba de novio decente y trabajador. ¡Qué vergüenza! Claro, nunca me atreví a llevar a los muchachos que de verdad andaban conmigo. Si me gustaría compartir mi vida con alguien; pero alguien que me guste a mí y no a mis padres. Cuando conocí a Gilberto pensé que lo había encontrado.

Entra Gilberto, trae un vaso con refresco y otro con ron.

Gilberto.- Sabes, Aurora, yo siempre he pensado que la vida te hace ser como un camaleón.

Aurora.- Tal vez, Gilberto; sobre todo tú que eres tan inestable.

Gilberto.- No me empieces a regañar que me recuerdas a mi mamá.

Aurora.- Tienes razón, me vi muy ridícula.

Ríen.

Gilberto.- Siempre se me ha antojado darte un beso.

Aurora.- Estas borracho.

Gilberto.- Apenas es la segunda que tomo.

Aurora.- Y por qué no vas a besar a Laura. ¿Qué no es tu novia?

Gilberto.- Ella dice, pero no somos nada, confundió las cosas.

Aurora.- Mejor vete, Gilberto. Estoy cansada que siempre que nos quedamos solos salgas con lo mismo.

Gilberto.- Y voy a seguir insistiendo con lo mismo, lo mismo y lo mismo hasta que me des un beso.

Aurora besa apasionadamente a Gilberto, este se sorprende.

Gilberto.- Nunca pensé que besaras tan bien.

Aurora.- Porque no me ves besándome con cualquiera dando exhibición para todos.

Gilberto.- Aurora, yo creo que tu me tienes en un mal concepto.

Aurora.- Tu tienes la culpa, ya nadie te toma en serio; te la llevas atrás de todas las muchachas de la oficina.

Gilberto.- La verdad es que ninguna me convence. Todas con las que he andado después del primer acostón ya quieren casarse.

Aurora.- Si ya sabes que es así, para qué te acuestas con ellas.

Gilberto.- Porque luego creen que uno es marica.

Aurora.- No, tú acomodas las cosas a tu conveniencia.

Gilberto.- Aurora, si yo te pidiera que anduvieras conmigo ¿Me aceptarías?

Aurora.- ¿Es una pregunta o una suposición?

Gilberto.- Es una pregunta.

Aurora.- No sé.

Gilberto.- Mira, ya se están yendo todos ¿te llevo a tu casa?

Aurora.- Esta bien.

Gilberto.- Déjame ir por mi chamarra.

Sale Gilberto.
Aurora.- (Al público) Y esa misma noche hicimos el amor. Que quieren, no puedo resistirme cuando me tocan el cuello. Creo que es una de mis zonas erógenas. Después de esa noche siempre buscamos estar solos. Me encantaba hacerlo en su carro, era muy excitante pensar que cometíamos un delito. Una vez nos agarro la policía; fue en el mirador del Bachoco. Estábamos tan emocionados que para cuando nos dimos cuenta ya teníamos a la patrulla atrás de nosotros. Inmediatamente él se bajo del carro. Yo pensé que terminaríamos en la comandancia. En ese momento si me dio miedo; si mis padres se daban cuenta se me iba a armar. Pero no paso nada, sólo nos pidieron las identificaciones y que nos fuéramos. Parece que no fuimos muy originales al escoger el lugar ya que los policías ya sabían a que venían las parejitas. Al otro día nos vimos Gilberto y yo a la hora de la comida.

Gilberto.- Quería pedirte perdón por llevarte al mirador.

Aurora.- No te preocupes, yo también tuve la culpa por hacerte caso.

Gilberto.- He pensado que deberíamos buscar un lugar más seguro para vernos.

Aurora.- ¿Qué tienen de malo los hoteles?

Gilberto.- Lo digo por ti.

Aurora.- Nunca te he reclamado nada.

Gilberto.- Aurora, ¿Nunca has pensado dejar a tus padres?

Aurora.- ¿Quieres que vivamos juntos?

Gilberto.- No, no. Todo sería más fácil si vivieras sola.

Aurora.- Ya están listas las hamburguesas ve por ellas.

Sale Gilberto.

Aurora.- (Al público) En ese momento pensé que él tenía razón. Ya era hora de que independizara de mis padres. Así que decidí comprar mi casa en pagos, y cortar con Gilberto.
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